La disfunción eréctil (DE), es la incapacidad persistente de lograr o mantener una erección que es suficiente para permitir un desempeño sexual satisfactorio, muchos piensan que puede ser parte de la impotencia masculina o impotencia sexual, puede afectar el estado físico, emocional y salud psicosocial del paciente. La DE puede tener un origen tanto orgánico como psicógeno y puede ser un marcador de riesgo de enfermedades cardiovasculares subyacentes y salud mental, condiciones que pueden justificar una evaluación y tratamiento adicionales.
Medicamentos como antihipertensivos, antidepresivos y antipsicóticos también pueden conducir a la disfunción eréctil o problemas de erección a través de su mecanismos de acción.
Se ha estimado que la prevalencia global de la disfunción eréctil oscila entre el 3% y el 76,5%. La prevalencia en Chile es del 52% en mayores de 40 años según un estudio realizado en Valparaíso (1), y – al igual que en otros países del mundo – como se reporta también en el estudio de Massachusetts, su incidencia aumenta con la edad. Se sabe que un número importante de pacientes sufre de forma aislada y no busca ayuda. Por lo tanto, es probable que los datos de prevalencia estén subestimados. Es común que los hombres con disfunción eréctil experimentan ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones y falta de confianza sexual. Estos factores a menudo conducen a una peor calidad de vida para el paciente, su pareja y su familia.
Hay opciones de tratamiento farmacológico y no farmacológico disponibles para el tratamiento de la disfunción eréctil. El Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) en Inglaterra, recomienda el uso de inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE-5I) como primera línea, entre ellos uno de los más conocidos es el tadalafilo, opción de tratamiento farmacológico para hombres con DE.
1. Venegas, J., Baeza, R., (2004), Prevalencia de disfunción eréctil en Chile, Revista Chilena de Urología. Vol 69/Nº3, 199-202.